domingo, 5 de diciembre de 2010

Vivir a 20

Nunca me había planteado el disminuir la velocidad de pensamientos, acciones y demás tonterias. De hecho tampoco lo había intentado más lejos de alguna meditación o clase de tai-chi. La cosa funciona cuando te obligan y una vez aceptado pues te animas a ver si funciona. Pues qué sorpresa la mía al reconocer que no sólo parece que vivas en un campo de marihuana sino que incluso los olores te invaden el cerebro, los abrazos traspasan el corazón y los párpados se juntan con las pestañas sin querer.
Bueno esto de los ritmos pasa como con las personas. Algunas forman parte del concierto y otras desafinan. Lo que pasa es que no todos siguen la partitura y en ocasiones hay que volver a empezar. Es un tanto frikie la situación de lentitud pero nos vamos acostumbrando. Mi cuerpo sobretodo. A mi cerebro le quedan unos días para llevarse bien con la lentitud y el silencio. Cada uno a su tiempo. Cada cual a su rollo y mientras tanto yo: intento afinarme.
Un besito